Mareómetro: Federico Cobos Reimúndez (1914-1974)
Iniciado en la música por su padre Federico Cobos Urcelay, tuvo a Pedro Lizarraga como profesor de piano, órgano y música en general. Sus primeros estrenos musicales fueron en los pueblos vecinos, donde le representaron cuatro pequeñas obras líricas, y poco después, en colaboración con Alberto San Cristóbal, estrenó en Las Arenas, ‘Arlote, marques de Lejona’.
Su primer gran estreno fue con la obra lírica ‘Cocina Vasca’ (1949), que estuvo en el Teatro Arriaga durante 19 días, a la que siguieron otras como ‘Goizeko-Izarra’ (1952), que representó en Bilbao la Compañía Lírica de Madrid.
Tenía ya 36 años cuando, dejándose guiar por su vena de artista, dejó su vida cotidiana con su trabajo de administrativo y se marchó a Madrid a introducirse y vivir en el mundillo bohemio de los artistas.
Allí, dedicado de lleno a su verdadera vocación, trabajó duro desarrollando una gran capacidad creadora y consiguiendo que varias casas españolas y francesas le editaran medio centenar de piezas, lanzando al mercado 30 discos. Diez años después, en 1960, añorando su pueblo natal, vuelve ocupando el puesto de organista en la parroquia. En el registro de la Sociedad de Autores pasaban ya de 500 las obras suyas, entre las que había toda clase de música, lo mismo zarzuela que chotis, música vasca, habaneras, etc., muchas inspiradas en su querido pueblo como ‘El capotito’, ‘Botecito’, ‘Chimberita’…
A su muerte se organizó un gran festival homenaje, en el que participaron las principales masas corales portugalujas y de los pueblos vecinos. En el ‘Cancionero Portugalujo’ de César Saavedra están recogidas gran parte de sus composiciones portugalujas, así como algunas de su hermano Alfredo, junto a obras de Manuel Hueda, Julián Bayo o Pedro Lizarraga.