Aitor González, autor de varios libros sobre murallas
Recientemente has finalizado, con el décimo tomo, la serie de libros sobre murallas de Vizcaya que empezaste hace años. Este último, podría considerarse una especie de resumen, ¿no es así?
Efectivamente. Es una especie de libro-apéndice, de casi 500 páginas, donde constan, resumidas, las informaciones más importantes vertidas en los otros nueve tomos de otras tantas villas. Pero no sólo se trata de repetir lo ya escrito. En este libro trato sobre las murallas de las que no hablé anteriormente. Así, hablo de Munguía, Guernica, Rigoitia, Ermua, Miravalles, etc. Adicionalmente incluyo fotos y grabados que no constan en mis anteriores libros, por lo que también hay novedades en este.
La colección completa de estos libros son más de 3.000 páginas. ¿Cómo ha sido el proceso de toda esta obra?
Muy arduo. Me he pasado los últimos 15 años viajando por toda Vizcaya, realizando fotos, haciendo mediciones, entrevistas, etc. Y luego está la investigación archivística: me he pasado horas y horas leyendo libros antiguos de escritura muchas veces muy poco legible. Esta parte, aunque fascinante, a veces fue complicada, porque tenía que compaginar mi investigación con mi trabajo, y eso no siempre es fácil. En consecuencia, si quería apurar las horas en que los archivos permanecían abiertos, muchas veces tenía que quedarme sin comer. Después de lo cual tenía que correr, literalmente, a fin de coger el autobús de regreso a mi trabajo. Ya en casa tenía que poner en orden las informaciones encontradas, llevándome esta parte hasta altas horas de la madrugada. Y teniendo que madrugar al día siguiente, claro.
¿Estás satisfecho con la acogida que han ido teniendo los libros?
Sí, porque las ediciones son muy limitadas, generalmente de tan sólo 100 ejemplares. En consecuencia, son apreciadas como ‘pequeños tesoros’ locales. Ya sea porque la gente los compra al verlos como algo ‘pintoresco’ de su pueblo, o por verdadero interés, al final se acaban vendiendo todos. De hecho, excepto el de ‘La muralla de la Villa de Valmaseda’ (y el recopilatorio, que es de reciente aparición), todos están agotados.
¿De dónde nace tu interés por esta temática?
Muchas veces me preguntan eso y no sabría contestar. Yo siempre digo que hay gente que colecciona sellos, cómics, fotos, etc. y yo colecciono murallas. No sabría decir por qué me interesa tanto este elemento constructivo y no otro, pero me fascinan.
¿Es Bizkaia un territorio rico en cuanto a la conservación de sus murallas?
Lamentablemente no. Ni Vizcaya ni Guipúzcoa (Álava las conserva en mayor medida). Calculo que hemos perdido el 80% de nuestras murallas. Lo que nos queda es una ínfima parte de lo que existió. A partir de mediados del siglo XIX se empezaron a derribar, pues se consideraba que ‘ahogaban’ a las poblaciones, interrumpían el libre paso del aire, facilitando las enfermedades respiratorias, y con la moderna pirobalística las murallas medievales ya no tenían ningún sentido. Eran completamente inútiles desde el punto de vista defensivo.
En el caso concreto de Portugalete, ¿qué destacarías de sus murallas y baterías?
Destacaría los dos lienzos de muralla que se conservan: el que está enfrente de la Torre de Salazar, y el que existe, prácticamente oculto a la vista, detrás del conocido bar Siglo XX, en el Paseo de la Canilla. Aparte, conservamos el Arco de Salazar, antigua puerta que comunicaba con el puerto. Respecto a las baterías, valdría la pena que alguien hiciera un estudio exhaustivo sobre ellas, porque no nos faltaron: tuvimos las baterías del Solar, del Cuervo, Campo Grande y los fuertes de San Roque y Campanzar. Ni de unas ni de otros queda absolutamente nada.
¿Cuál será tu próxima obra?
Le estoy dando los últimos retoques. Se trata de un tomo de unas 600 páginas sobre las murallas de Guipúzcoa, que ha hecho que me haya pasado el último año viajando por las villas de esta provincia. En breve irá a la imprenta. Y con ello doy por zanjados mis estudios sobre las murallas vascas. En total serán 11 libros con informaciones inéditas en prácticamente todos ellos. Será mi punto final a casi 20 años de investigaciones.